EN EL ACTO DE ESCRIBIR.

Son personas que no consiguen estar de brazos cruzados, esperando que las cosas sucedan, para poder después decidir cuál es la mejor manera de contarlo: van decidiendo a medida que actúan.

Convivir con este tipo de personas es importante para un escritor, porque éste debe entender que, antes de ponerse frente al papel, debe ser lo bastante libre como para cambiar de dirección a medida que su imaginación viaja. Después de escribir una frase, debe poder decirse a sí mismo: “Mientras escribía, recorrí un largo camino y ahora concluyo este párrafo con la conciencia de que arriesgo lo necesario y doy lo mejor de mí mismo”. Los mejores aliados son los que no piensan como los demás. Por eso, mientras buscas a tus no siempre visibles compañeros, has de creer en tu intuición, y no les prestes oídos a los comentarios ajenos. Las personas siempre juzgan a los otros con el modelo de sus propias limitaciones.

Únete a los que nunca dijeron: “Hasta aquí he llegado, no puedo seguir”. Porque de la misma manera que al invierno lo sigue la primavera, nada puede parar: tras alcanzar el objetivo es necesario recomenzar, usando siempre todo lo aprendido en el trayecto. Únete a los que cantan, cuentan historias y disfrutan de la vida. Porque la alegría es contagiosa e impide siempre que las personas se dejen paralizar por la depresión. Y cuenta tu historia.

lunes, 22 de noviembre de 2010

LO QUE HAGO


LO QUE HAGO

Cierro los ojos, tal vez con el mirar cansado,
la sombra de tantas cosas incomprensibles,
no llegan a turbarme;
pero si llenar de ira.
nuestra especie cuánto se aleja,
de esa majestuosa sin quererlo,
de expresar libre y abiertamente lo que sentimos.
Guardo silencios no por ser cobarde,
sino con la razón de que algún día,
sabremos los errores cometidos,
tal vez encontremos una acción,
para no verlos repetidos

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